Vivimos momentos extraños y contradictorios. Cada día que pasa tiene momentos sorprendentes, para bien o para mal. Aunque el tiempo parece que se haya detenido y nos encontremos en el día de la marmota permanente, aparecen de repente detalles que antes no percibíamos y que nos aportan algo de luz en la situación que vivimos.
Este concierto para piano nº 2 de Shostakovich tiene escondidos de la misma manera, colores y sensaciones que en otro momento serían invisibles, contradicciones ininteligibles y uno de los cinco minutos más delicados de la historia de la música para piano. Este «andante», da rienda suelta al romanticismo más exquisito y lo sitúa entre un primer y tercer tiempo que no mantienen la misma línea. Veréis que la entrada que realiza el piano no os dejará indiferentes y la orquesta la hace más notoria dotándola del cuerpo necesario para que el piano brille aún más. Es como un diamante en bruto escondido entre notas que danzan en distintas direcciones diferentes. El resultado sugiere sensaciones tan maravillosas y a la vez tan inesperadas que sería digno de un completo análisis de circunstancias encontradas.
Shostakovich es tan clarividente como imposible de entender al mismo tiempo. Dos extremos. A mí me cuesta mucho seguirlo a veces pero en otras nos entendemos a la perfección y en este andante nos encontraremos siempre.
Quizá el mensaje es que nada es lo que parece y hay que ir un poco más allá para conocer la realidad o, al contrario, podría ser que para conocerla hay que evadirse de la misma y entonces la fantasía se convierte en más real y necesaria.
Feliz día a todos. Dejémonos sorprender.
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María José Voltes 